lunes, 10 de noviembre de 2014

Pon un corrector en tu vida

Mayúsculas sin tildes, espacios donde no tendría que haberlos, guiones a diestro y siniestro, títulos entrecomillados, o en cursiva, sin criterio alguno... ¡Cada día las erratas y las faltas de ortografía son más numerosas!

¿Por qué? Simplemente, porque cada vez son más las personas que piensan que escriben excelentemente bien y consideran que es innecesaria la figura del corrector (probablemente, este artículo tenga alguna falta que se me haya podido pasar). O, en otras ocasiones, prefieren ahorrarse un dinero que, posteriormente, si desean sacar una edición en condiciones, tendrán que desembolsar.

¿Y qué puede pasar si nuestros escritos no son revisados? Cosas como estas:

El País

Diario Sur

De nuevo, El País

Esta imagen pertenece a la página web de una editorial

¡Barbaridades lingüísticas y ortotipográficas por culpa de una falta de revisión o por dejadez! Como veis, no puedo ser en absoluto imparcial, ¿por qué? Porque soy corrector y todo esto me viene por (de)formación profesional

Faltas como estas, en muchas ocasiones afectan a una primera tirada, o a un determinado número de ejemplares que, como el caso del artículo en el que El País puso "exclavos", paró la impresión, modificó el titular e hizo una aclaración en la versión digital. Pero hay otras muchas ocasiones en las que una errata, puede llegar a costar varios millones de dólares.

A continuación, analizo una síntesis de erratas y faltas de ortografía más caras de la historia:

Desde hace ya unos meses, Cálamo & Cran, y otras muchas entidades cuyo trabajo está vinculado al lenguaje, están utilizando un hastag para mostrar por las redes sociales, errores como los anteriores. 

Así pues, querido lector, te animo a fotografiar "el gazapo" y aplicarle en Twitter la siguiente etiqueta: #PonUnCorrectorEnTuVida. Te animo usarlo y a interactuar conmigo por allí. 

¡Nos leemos!

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